¿Quién no ha sufrido alguna vez la “desaparición misteriosa” de una cámara de foto trampeo del coto? ¿Quién no ha llegado una mañana a ese puesto que celosamente cuida, mima y ceba y se ha llevado la desagradable sorpresa de que algún amigo de lo ajeno ha dado buena cuenta de su trailcam? Qué rabia y qué impotencia ver desaparecer esa cámara que con tanto esfuerzo compró porque era la que le mandaba fotos y vídeos al móvil, o ésa que con todo el cariño del mundo le había comprado su hijo con su primer sueldo, o aquella otra que se había pedido para reyes o que le regaló su novia por su cumpleaños.

Tras una experiencia así, siempre que desde el sofá de casa pensamos en colocar una cámara, nos asalta el miedo a que nos la quiten y se lleven con ello no solo el dinero que pagamos por ella sino también una tarjeta llena de momentos inmortalizados que con cuidado y cariño uno atesora. Este miedo al robo nos priva de poder disfrutar plenamente y como nos gustaría, de nuestra caza, de nuestro coto, de nuestros momentos, de aquello que nos hace respirar hondo.
Nos quedamos con las ganas de poder controlar ese puesto donde entra un gran cochino para conocer sus querencias, sus horarios, valorar su edad, observarle en el mismo momento en que acude a comer y verle cómo se comporta, cómo recela, cómo actúa… Por ese miedo renunciamos a poder comprobar, a través de las fotos de nuestra trailcam, qué animal es el que deambula por esa trocha super tomada, o qué venado o corzo es el responsable de haber marcado aquel arbolillo convirtiéndolo en su rascadero o quienes están visitando la piedra de sal que colocamos y que vemos está siendo visitada a diario y desgastada a lametazos.
Es triste pero todos, en mayor o menor medida, hemos sufrido esto e incluso hemos dejado de colocar algún comedero en zonas querenciosas por miedo a que algún visitante nos lo quite y se lo lleve a su coto o casa y con la impotencia de no poder siquiera controlar, detectar, sorprender y atrapar al malhechor ya que si colocamos una cámara, esta podría sufrir igual suerte.
En enero de este 2024, tuve la suerte de asistir a la feria de arquería más importante de Estados unidos, el ATA Show, y fue allí cuando, paseando entre stands, encontré la solución a tanto quebradero de cabeza.
Conocí a Brad, un hombre encantador que me contó como su suegro, cansado de hacer frente al mismo problema de robos, ideó un ingenioso y sencillo sistema para instalar, desde el suelo, las cámaras en altura. Quedé fascinado. Gracias al fabuloso sistema Spyhigh, consigo colocar las cámaras en altura de una manera super rápida y facilísima. Además de quedar protegidas de la vista y el alcance, su posición elevada ofrece un campo de visión más amplio.
Empleando este sistema, ya sí me atrevo a colocar trailcams de mejor calidad y por tanto más caras- con envío y de imágenes y vídeos sin el miedo al robo. Ahora siento que controlo mejor el coto, cubriendo más zonas.
Esta temporada podré por fin observar ese bonito corzo o al receloso macareno con la tranquilidad de que nadie me va a quitar las cámaras y podré disfrutar plenamente de nuestro coto, observando a los animales y cómo se benefician del trabajo que hemos dedicado colocando suplementos y puntos de agua y comida. El Spyhigh es un sistema sencillo y asequible; una inversión que nos podemos permitir y que nos dará muchas alegrías y sobre todo nos evitará muchos disgustos.